Missions

 

La Reforma de la Iglesia ha sido la preocupación constante de muchos cristianos sinceros a través de los siglos. Esta preocupación constante surge a raíz de las formas diferentes en que la Iglesia se ha desviado de las verdades básicas del Evangelio y no menos por la práctica corrupta de tiempo en tiempo de sus dirigentes. 
 
Desde antes de la Reforma del siglo XVI, ya había algunos cristianos trabajando por la reforma de la Iglesia. Algunos nombres sobresalientes son bien conocidos: Juan Wiclef de Inglaterra, Juan Rus de Praga y Jerónimo Savonarola de Florencia. Estos cristianos de los siglos XIV y XV lucharon sin temor por reformar la Iglesia y se les conoce como prerreformadores. Rus y Savonarola pagaron con sus propias vidas sus ideales de reforma. 
 
En el siglo XVI, surge Martín Lutero como instrumento escogido de Dios para iniciar lo que se llama la Reforma Protestante. Como el anhelo de todos los reformadores, el propósito de Lutero era hacer volver a la Iglesia a la sencillez del Evangelio y corregir muchas de sus prácticas injustas del alto clero y no la creación de otra Iglesia. 
 
Posteriormente surgen otros reformadores en diferentes lugares de Europa. Juan Calvino fue uno de ellos. Su obra teológica y su práctica eclesiástica y su propia vida cristiana, como hombre pobre y fiel seguidor de Jesucristo -al igual que la de Lutero- estaba llamada a ejercer gran influencia en la continuación de la reforma de la Iglesia no solamente en Europa y en su tiempo sino, más tarde, en todo el mundo en los siglos por venir. 
 
Calvino, joven estudiante distinguido de leyes, después de la muerte de su padre, vive y trabaja en Francia. Era la Francia del Rey Francisco I quien había reestablecido las relaciones con el Papado dando margen al movimiento de contra-reforma en Francia, el establecimiento de la Inquisición y la persecución de los protestantes especialmente de los llamados hugonotes (calvinistas franceses). 
 
Calvino, al identificarse decididamente con los protestantes tuvo que huir en varias ocasiones, alguna vez o dos fue encarcelado y en otras ocasiones predicó a grupos protestantes escondidos en las cavernas de las cercanías de Poiter. Vemos así a un reformador identificado con el sufrimiento de los cristianos perseguidos y oprimidos. Calvino no es un simple teólogo especulativo. Vive su fe con el pueblo. 
 
Se menciona lo anterior para señalar que -al igual que los otros reformadores- su concepción de la Iglesia y del Evangelio no son meramente ejercicios académicos. Su compromiso con el Evangelio le llevó a comprometerse con el pueblo cristiano francés perseguido por la intolerancia de los representantes de una Iglesia que rehusaba reformarse. 
 
Su obra escrita llamada Institución de la Religión Cristiana, de la cual surge la tradición calvinista de la Iglesia, fue escrita en defensa de quienes se decía toda suerte de calumnias y de los cuales ya habían sido quemados muchos. La escribe también para aclarar al Rey y a toda Francia en qué consistía la fe y la creencia de los perseguidos. En su dedicatoria a Francisco I le dice: “viendo yo que el furor i rabia de ziertos hombres impios ha crezido en tanta manera en vuestro reino que no ha dejado lugar ninguno a la verdadera doctrina, pareziome que yo haría mui bien, si hiziese un libro, el cual juntamente sirviese de instruczion para aquellos que están deseosos de relijion y de confesion de fe delante de vuestra Majestad, por el cual entendiesedes cual sea la doctrina, contra quien aquellos furiosos se enfurecen con tanta rabia metiendo vuestro reino el dia de hoi a fuego y sangre. Por que no dudaré de confesar que en este libro yo no haya casi recopilado la suma de aquella misma doctrina que ellos a vozes dicen deve ser castigada con carzeles, destierros, confiscazion y fuego que debe ser hechada del mundo. Yo mui bien se con cuan horribles rumores y chismes hayan henchido vuestras orejas y entendimiento a fin de haceros nuestra causa odiosisima. . .” (Inst. R. C., FLR, pág. 25). 
 
Juan Calvino tenía apenas 27 años cuando el 1° de agosto de 1536 publicaba su primera edición de la Institución de la Religión Cristiana. Revisada y aumentada posteriormente, su edición final es de 1559. Llega a nosotros en castellano gracias a la traducción de Cipriano de Valera quien la publicó en 1597. Esta obra expresa el pensamiento vigoroso de uno de los Reformadores Latinos del siglo XVI. El redescubrimiento de la tradición calvinista, puede ser sin duda alguna un elemento esencial en la formación y la reformación de la Iglesia en América Latina, comenzando con la Iglesia Protestante y en especial las llamadas iglesias presbiterianas. 

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